La coca (Erythroxylum coca)
(quechua: kuka ) es una especie de planta con flor sudamericana de la familia
de las Eritroxiláceas originaria de las escarpadas estribaciones de los Andes
amazónicos.
Tiene un papel importante en las
culturas andinas, como analgésico en intervenciones médicas. Es utilizada por
culturas andinas como las naciones chibcha, aymara y quechua, como analgésico.
Aunque es mejor conocida en el mundo entero por sus alcaloides, entre los
cuales mediante un proceso químico se obtiene la droga llamada cocaína, que es
un potente estimulante del sistema nervioso y altamente adictivo.
Características
La coca es un arbusto originario
de los Andes que crece hasta 2,5 m de altura, de tallos leñosos y hojas
elipsoidales, pequeñas y de color verde intenso. Sus flores son minúsculas y de
color blanco. Sus frutos, de color rojo, tienen forma ovoide y miden alrededor
de un centímetro.
La coca crece adecuadamente en
las tierras cálidas y húmedas de los Andes (región Yungas o Selva alta), en un
rango de altitud que va desde los 800 hasta los 2000 msnm. Sin embargo,
cultivos en altura fuera de ese rango son posibles en determinadas regiones.
Crece incluso bajo la sombra de grandes árboles en las regiones tropicales. La
cocaína, el alcaloide más importante presente en esta planta, posee propiedades
estimulantes, anestésicas, terapéuticas y mitigadoras del apetito, la sed y el
cansancio, que se manifiestan mediante la masticación o el cocimiento.
La coca se cosecha hasta tres
veces al año de manera manual, en la zona de los Yungas bolivianos (en el
Departamento de La Paz), se cosecha 4 veces al año en el Chapare de Cochabamba
(Bolivia) y hasta seis veces en Alto Huallaga (Perú). Las hojas son arrancadas por
el peciolo y secadas al sol para su posterior venta y comercialización. Una
misma planta puede ser cosechada durante diez años.
El hábito de usar las hojas de
coca, como analgésico, en el área andina se remonta, cuando menos, al siglo II
a. C. y continúa siendo común entre los actuales grupos indígenas de las
serranías y altas mesetas de Bolivia, Perú y Argentina. Si bien la coca fue
considerada un artículo de lujo en tiempo de los incas y utilizada durante los
ritos sacerdotales únicamente por los emperadores incas y nobles, su consumo
fue estimulado por los conquistadores españoles para extender las horas de
trabajo de la mano de obra originaria y desde entonces su uso se encuentra
ampliamente difundido entre la población indígena de los Andes. El chacchar,
picchar o acullicar es el acto de introducir las hojas en la boca e ir formando
un bolo para extraer de ellas las sustancias activas y estimulantes. Para
lograr los efectos deseados, es necesario agregar un componente alcalino a la
mezcla, usualmente cal viva o ceniza alcalina (básicamente bicarbonato de
calcio de origen vegetal). Esto se logra con la llipta, “llijta” o toqra (un
comprimido de ceniza en forma de panecillos o bloques fabricados de la ceniza
del tallo de la quínua) o simplemente con la ayuda de un palito previamente
humedecido con saliva y sumergido en cal común (por eso es frecuente observar
quemaduras en la mucosa bucal de algunos “acullicadores” que utilizan este
sistema). Su uso trasciende el mero hecho de mitigar las sensaciones de hambre,
sed o cansancio, siendo el chacchado o “acullicado” en realidad un acto ritual
con profundas implicaciones sociales para el humano andino, ya que perpetúa las
tradiciones culturales y une a las personas. En este sentido, el 6 de diciembre
del 2005, en Perú se declaró a los usos culturales tradicionales de la hoja de
coca como patrimonio cultural inmaterial de la nación.1
La hoja de coca posee efectos
medicinales como analgésico, ya sea sola o combinada con otras sustancias (como
infusión o emplastos), y es considerada por mucha gente de la cultura andina
como una planta mágica, debido a sus propiedades estimulantes. Algunos de los
usos rituales o místicos más difundidos son: el soplar las hojas al viento, o
dejarlas caer al azar, para leer la suerte, el destino, curar “mal de amores”,
así como el ofrecerlas como tributo a los dioses y lugares sagrados o Apus.
Aspectos farmacológicos
La cantidad de cocaína contenida
en las hojas frescas va desde un 0,4 % a un 1,0 % . Aparte de esta sustancia,
las hojas de la coca presentan otros alcaloides como metilecgonina,
benzoilecgnonina, metilecgonidina, cinamoilecgonina, ecgonina y nicotina.
La absorción de la cocaína es
mucho menos rápido y eficiente que las formas purificadas de la cocaína y no
causa los mismos efectos psicoactivos y eufóricos asociados con el uso de la
droga. La adicción u otros efectos nocivos del consumo de la hoja en su forma
natural, no se han documentado.
Referencia histórica
Planta de coca.
Hojas y frutos.
Los habitantes andinos conocían
esta planta y sus efectos desde épocas muy anteriores a la aparición del
Imperio inca.
Los colonizadores europeos le
dieron diferentes denominaciones, mientras los nativos la conocían como hoja
sagrada por su expresa utilización entre los miembros de la casta superior de
los nobles. Al parecer, el uso de esta hoja estaba restringido entre el resto
de la población, por lo que también tenía la categoría de presente real para
recompensar servicios.
Algunos opinan que las facultades
provocadas por la hoja de coca se consideraban como un hecho sobrenatural y por
ello estaba presente en actos funerarios, entre otros. La utilización de hoja
de coca está arraigada en la cultura boliviana y peruana. Sin embargo el uso
sacerdotal que se le dio en el Incario fue para promover estados alterados por
ayuno (fastening)
La eficacia de la hoja de coca
como estimulante fue reconocida por los españoles desde el mismo momento en que
llegan a Sudamérica (siglo XVI) y luego sus efectos fueron descritos con lujo
de detalles por los grandes viajeros foráneos del siglo XIX. Uno de ellos, el
erudito historiador británico sir Clements R. Markham (1830–1916), recomendó el
uso de la coca a todos los turistas y extendió esta recomendación a los
miembros de los clubes de alpinismo de Europa.[cita requerida] La cortesía de
los establecimientos turísticos de la sierra peruana al ofrecerles una taza de
infusión de coca a los visitantes de las serranías del Perú, no es desde luego,
una “mala costumbre” indígena, sino una amable bienvenida moderna recomendada
muy efusivamente por Alexander von Humboldt, D´Orbigny, Von Tschudi, Markham,
Mantegazza, De Castelnau, Herndon, Gibbon, Squire, Marcoy y otros. El trueque
del acto de chacchar la coca por el más refinado consumo de la infusión es una
adaptación costumbrista cuya real efectividad es puesta en duda por muchos.
Rodeada por el ceremonial,
formalidades y controles ejercidos por la comunidad, raramente es objeto de
abuso o descontrol que pueda causar daño a la salud. En las relaciones sociales
de la cultura andina, la coca es un obsequio que significa amistad y
generosidad. El acto de compartir la coca y consumirla conjuntamente con otros
es un hecho muy importante que sella relaciones de confraternidad y confianza
entre los participantes. Además, en la medicina tradicional no existe otro
remedio con tantos y tan vastos usos cuya efectividad ha sido comprobada. En
todos estos sentidos, además de su efecto bioquímico, la coca es uno de los
componentes más destacados de la psicoterapia popular nativa, lo que la hace un
indispensable elemento de apoyo para la seguridad emocional del hombre andino.
El uso de la hoja de coca ha sido
tradicional entre muchos de los indígenas de Colombia desde tiempos
inmemoriales, especialmente entre los de la Sierra Nevada de Santa Marta. Ahí
se puede distinguir entre la manera de hacerse en comunión con la planta entre
las culturas de montaña y las culturas de las selvas amazónicas. Las primeras,
prefieren mascar la hoja tostada, e irle mezclando cal, algunos elaborándola de
conchas marinas, y otros con cal de piedra. Los primeros, la conservan en un
pequeño calabazo llamado “poporo”. En el amazonas, las culturas que tienen
relación con la planta de coca, la tuestan y pulverizan, mezclándola con ceniza
de plantas amazónicas; el resultado es un polvo verde que se llama “mambe”.
Entre los indígenas colombianos a pesar que la relación con la coca es
cotidiana, está revestida de religiosidad, y se considera a la planta como muy
sagrada, rodeada de respeto y admiración. No entienden ellos que se le persiga
en sus territorios, ya que no fue por su cultura ni sus costumbres el que en
ciertos contextos se vea envuelta en varios conflictos. Para la población
boliviana, incluyendo mestizos, quechuas y aymaras el consumo de la hoja de
coca es parte de la tradición de toda esta población. El akulliku (mascado de
coca) ya era practicado desde antes de la llegada de los españoles a tierras
andinas. Para el boliviano común, el akullicar esta presente en gran parte de
sus actividades cotidianas, en una fiesta, lo mismo que en un velorio mascar
coca es la práctica común.
Propiedades de la planta
Su contenido en vitaminas y
determinados oligoelementos hacen que al mismo tiempo la infusión de coca
constituya un complemento nutritivo de la dieta diaria. Estos mismos estudios
de la Universidad de Harvard sostienen que en 100 g de coca se pueden tener
casi dos gramos de potasio que son necesarios para el equilibrio del corazón y
se le atribuyen además propiedades adelgazantes. Sabiendo que estas tisanas son
tan ricas en estos nutrientes, se convierten en alimento y en medicina.
En cada 100 g de hojas de coca
hay
Nitrógeno total 20.06 mg; Alcaloides
totales no volátiles 700 mg; Grasa 3.68 mg; Carbohidratos 47.50 mg; Beta
caroteno 9.40 mg; Alfa-caroteno 2.76 mg; Vitamina C 6.47 mg; Vitamina E 40.17
mg; Tiamina (vitamina B 1) 0.73 mg; Riboflavina (Vitamina B 2) 0.88 g; Niacina
(factor p.p) 8.37 mg; Calcio 997.62 mg; Fosfato 412.67 mg; Potasio 1.739.33 mg;
Magnesio 299.30 mg; Sodio 39.41 mg; Aluminio 17.39 mg; Bario 6.18 mg; Hierro
136.64 mg; Estroncio 12.02 mg; Boro 6.75 mg; Cobre 1.22 mg; Zinc 2.21 mg;
Manganeso 9.15 mg; Cromo 0.12 mg
Régimen jurídico
Té de hojas de coca
La hoja de coca es la materia
prima que se utiliza para la producción de la cocaína, una poderosa sustancia
estimulante y anestésica extraída químicamente de grandes cantidades de hoja de
coca. Actualmente, dado que se ha visto sustituida como anestesia médica por
análogos sintéticos como la procaína, la cocaína se conoce principalmente como
una droga recreativa ilegal. El cultivo, la venta y la posesión de la hoja de
coca sin procesar es, por lo general, una actividad legal en los países –como
Colombia, Argentina, Bolivia, Ecuador y Perú– con un uso tradicional
establecido, aunque el cultivo suele verse restringido por los intentos de
evitar la producción de cocaína.
La prohibición del uso de la hoja
de coca, excepto con fines médicos o científicos, fue establecida por la
Convención Única sobre Estupefacientes de 1961. La hoja de coca aparece
clasificada en la Lista I de dicha Convención junto con la cocaína y la heroína.
Según el texto de la Convención: “Las Partes obligarán a arrancar de raíz todos
los arbustos de coca que crezcan en estado silvestre y destruirán los que se
cultiven ilícitamente” (artículo 26) y “la masticación de hoja de coca quedará
prohibida dentro de los 25 años siguientes a la entrada en vigor de la presente
Convención” (artículo 49, 2.e).2
La inclusión de la hoja de coca
en las listas de la Convención Única de 1961 se debe principalmente a un
informe solicitado a las Naciones Unidas por el representante permanente del
Perú, elaborado por una comisión que visitó brevemente Bolivia y el Perú en
1949, para “investigar los efectos del masticado de la hoja de coca y las
posibilidades para limitar su producción y controlar su distribución”. El
Informe de la Comisión de Estudio de las Hojas de Coca, publicado en 1950,
llegaba a la conclusión de que los efectos del masticado de coca eran
negativos, aunque la práctica se definía como un hábito y no como una
adicción.3
El informe fue objeto de severas
críticas por su explícita arbitrariedad, su imprecisión y su connotaciones
racistas. Se criticó también la calificación profesional y los intereses
paralelos de los integrantes del equipo, la metodología aplicada, y la
selección y uso incompletos de la literatura científica que existía en ese
entonces en torno a la hoja de coca.4
Según sus consumidores, la mayor
parte de la información proporcionada sobre el uso tradicional de la hoja de
coca y sus adaptaciones modernas es errónea. Este hecho habría impedido hasta
el momento sacar a la luz los aspectos positivos de la planta, sus potenciales
beneficios para la salud física, mental y social de los pueblos que la consumen
y cultivan.5
En un intento por obtener
reconocimiento jurídico para el uso tradicional de la coca, Perú y Bolivia
negociaron el párrafo 2 del artículo 14 de la Convención de las Naciones Unidas
contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas de 1988,
en que se estipula que las medidas que se adopten para erradicar el cultivo
ilícito y para eliminar la demanda ilícita, “tendrán debidamente en cuenta los
usos tradicionales lícitos, donde al respecto exista la evidencia histórica”.
Bolivia también realizó una reserva formal a la Convención de 1988, subrayando
que “el ordenamiento jurídico de Bolivia reconoce la naturaleza ancestral del
uso lícito de la hoja de coca que para una gran parte de la población de
Bolivia se remonta a siglos atrás”.6
Sin embargo, la Junta
Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) –el organismo
independiente y cuasi judicial encargado de la aplicación de las convenciones
sobre drogas de las Naciones Unidas– negó la validez del artículo 14 de la
Convención de 1988 por encima de las obligaciones impuestas por la Convención
de 1961, así como cualquier reserva realizada por las partes, dado que “no
eximen a ninguna de las Partes de los derechos y obligaciones que les incumben
en virtud de los demás tratados de fiscalización internacional de drogas”.7
En los últimos años, el régimen
jurídico de la hoja de coca es cada vez más cuestionado. Incluso la JIFE
afirmaba en su Informe anual correspondiente a 1994 que beber mate de coca
“considerado inocuo y legal en diversos países de América del Sur, forma parte
de una actividad ilegal según lo estipulado en la Convención de 1961 y en la
Convención de 1988, aunque no era esa la intención de las conferencias
plenipotenciarias en que se adoptaron dichas convenciones”.8
Sin embargo, en su Informe anual
correspondiente a 2007, la JIFE llamaba a los países a ‘abolir o prohibir el
mascado de la hoja de coca y la fabricación del mate de coca’. El Gobierno
boliviano respondió anunciando que solicitaría formalmente a las Naciones
Unidas la desclasificación de la hoja de coca de la Lista I de la Convención Única
de 1961.9 Esta petición la hace el gobierno boliviano, tomando en cuenta que la
hoja de coca para gran parte de la población en Bolivia es parte de una
tradición milenaria, ya que ha estado y esta presente en gran parte de las
actividades que realiza la población boliviana.
Akullicar (mascar coca) es una
practica diaria en la dieta del boliviano común, esta practica no nada mas se
restringe a la población indígena, también lo realizan los mestizos o blancos,
cabe la aclaración de que el consumo es mayor en la gente que vive en la zona
occidental del país, correspondiente a los departamentos de La Paz, Oruro,
Potosí, Sucre y Cochabamba. Es muy frecuente que cuando se llega al aeropuerto
de La Paz, personas que provienen de lugares bajos, es decir que viven en
alturas menores a 1000 metros sobre el nivel del mar, tienen que tomar te o
mate de coca, ya que su consumo hace menos agresivo la permanencia en alturas
mayores a 3500 metros sobre el nivel del mar.
Fuente: http://www.arsenalterapeutico.com/2015/10/09/coca-erythroxylum-coca/
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